EL AMOR. Manuel Rivas.
Él es jardinero. De muy pocas
palabras. Diríase que se expresa con los dedos, escribiendo en la negra tierra con
las uñas. Sus flores preferidas son las menudas, esas a las que llama alegrías,
primaveras y maravillas. Me presenta a su mujer. Comprendo que esté orgulloso y
que le alumbre los ojos como dos tizones. Es muy guapa y va enjoyada con una
sonrisa envidiable. "¿Sabes cómo la enamoré?", me dice el jardinero.
"Pues tirándole piedrecitas. Ella pasaba siempre por esa acera y yo le
tiraba chinitas".Guijarros como palabras. Sólo el trastorno del amor puede
producir esa distorsión del lenguaje y aceptarlo como un orden natural de las
cosas. Es más, como el mejor orden deseable. El mundo tiene sentido cuando el
joven obrero de la canción de John Lennon encuentra su chica y puede afirmar "all
is right". Entre la primera mirada y el primer beso de Romeo y Julieta sólo
transcurren 127 palabras. Un puñado de chinitas. Todo se pone patas arriba, es
decir, todo está en orden. Y la condesa de Pardo Bazán puede decirle "mi
ratoncito" al león Galdós sin que la naturaleza se perturbe.
El
País, 7 de agosto de 1996.